Y ENTONCES ME PERDÍ

El día de hoy quería escribirles el súper post, he hecho hasta ahora 4 y ninguno lo siento concreto para mostrarlo, he madreado, he sido positiva, negativa, reflexiva, en fin de todo, pero no encuentro el tema que vuelva a reflejar de lo que se trata este blog, este espacio donde me muestro como soy, donde les digo en mis palabras mis errores e intentos, con la intención más que desahogarme porque para quienes me conocen a fondo saben lo relajada que soy al expresarme, sino para pegar algunas cachetadas de conciencia, sacudones de reacción. Hace unos días viajé al Tayrona, para muchos será un lugar común de viaje, muy chévere, pero para mi era más que eso, significaba enfrentarme a un temor, el mar, si señores, el mar, pero no solamente eso, sino interiorizar al máximo, estar tan en mi que me embriagara, me reí, lloré, hablé, caminé, corrí, monte a caballo y como loquita solita, me miraban gritar de emoción, me vieron llorar, poco me importó, sinceramente quería estar en mi, muchos estarán habituados a tener estos momentos o viven solos, pero si les soy sincera, no me gusta mucho la soledad, soy de las que va al centro comercial donde hay mucha gente a leer para sentir el ruido de las personas y concentrarme, la soledad no ha sido mi placer, me encanta compartir, estar con mi familia y rodearme de amigos con buena conversación, desde la recuperación hace unos años de mi depresión no he sido capaz de reunirme conmigo, me daba pavor volver a sentirme mal y recordar tristezas, retornando a mis estados insanos de no querer nada; pero me arriesgué, quería saber si ahora fortalecida en todos los cursos, talleres, esfuerzos y ayuda a otros podía ayudarme a mí a enfrentarme a ello.

Déjenme decirles, me encantó, lo repetiría muchas veces a muchos lugares; ahora entiendo a las personas solitarias y con el tiempo, me voy identificando cada día más con ellos, pero siento más rica la compañía que antes, quiero sacarle jugo al tiempo y ser más yo, dar más, disfrutar del cariño de escuchar al otro, te escuchas tanto a ti mismo que escuchar a otros es delicioso.

Algo particular, es que sentía a los míos más cerca, mis difuntos los sentía a mi lado todo el tiempo aunque no les viera, sentiendo la sensación de agradecimiento a plenitud, no sé si era por el lugar o por la experiencia o si siempre es así, pero sucede a veces que cuando vas con otros es más la foto, la charla, la risa y se pierde el momento de estar en bellos lugares, termina siendo más importante registrarlo en lugar de vivirlo. Esta vez, era más sentir esa plenitud, ese estar presente sin preocupaciones, sin señal, ahí jugando en la arena como niña chiquita haciendo castillos y símbolos de Reiki, mientras las olas los desvanecían, me caí y no había nadie dándome la mano o para burlarse así que me reí yo, me laceré los pies y aunque dolía caminar, me tomaba mi tiempo, pero no desistía, me enterré en el barro, me tocó buscar los zapatos enterrados  y aunque pensé medio trágica me quedaría ahí, surgió la malicia indígena y salí, así mismo me embarré más, según yo para la piel, de todo pude sacarle el lado positivo, quería ver monos y al regresar de la playa aparecieron frente a mi, tranquilos comiendo y aullando, abracé árboles, ayudé turistas gringos y europeos, jugué con gatos y ladré con los perros, era una salvaje y me gustó, no me importaba si me veían mal o bien, estaba feliz.

De estas vacaciones medio retiro, redescubrí un amigo, dejé un amor, me reconecté, descubrí cosas interesantes sobre mí, aprendí cosas nuevas, conocí personas de muchos países, ví un caiman súper cerca, me acerqué a mi.

Así que sácale tiempo a irte donde puedas perderte en ti mismo, donde disfrutes de tus pensamientos de tu corazón y abandónate a la sensación, verás que encontrarás respuestas que no esperabas.

Con cariño

Chely López