CAPITULO I – EL ENCUENTRO

Nadie se explica la razón, pero ella desapareció, sin de decirle nada a nadie, todavía me encuentro en una desesperada hazaña de curiosidad por saber como una artista como ella se esfumó como si no hubiese existido jamás, me parece tan increíble, pero tengo una pista.

Mi nombre es Antonia Fernández, una gitana de la vida, madre divorciada, reportera hace muchos años, pero disfruto de hacer crónicas, ese es mi fuerte, encontrando historias maravillosas de personas insospechadas. La historia de Andrea Barrera llegó a mi después de haber visto un documental de baile en Suecia, decidí googlearla para identificarla, pero solamente decía paradero desconocido, me llené de curiosidad y definitivamente indagando me envolví en su mundo. Ella tenía una magia en todo lo que hacía, era más que increíble, había sido campeona mundial en todas las disciplinas, tango, árabe, bailes de salón, capoeira, todo, absolutamente todo; me imaginaba se habría cansado de la fama y habría volado a algún lugar recóndito a disfrutar de su fortuna en familia, pero me tope con unos recortes de periódico donde le mencionaban, solamente tragedias había vivido. La curiosidad mató al gato y muy pronto a mi también.

He me aquí, en uno de los barrios más artísticos de la ciudad de Cali, en Colombia, sin siquiera poder ir a un hotel, desviándome en un taxi entre callecitas coloniales y muchos locales, letreros de mercados orgánicos, comidas rápidas, panaderías y restaurantes muy elegantes, me trae recuerdos del barrio el Raval en mi querida Barcelona; tratando de encontrar la dirección donde se encuentra, o bueno donde suele estar. De repente, nos topamos con una casa enorme, puerta grande de madera y altas paredes con una enredadera rodea el marco del frente de esta casa, desciendo del taxi indicándole que me espere un momento al taxista, no quisiera perderme en una ciudad extraña; toco a la puerta,- aquí es donde le dan comida y algo de abrigo una familia de extranjeros con intensiones de compartir y ser buenos samaritanos- con una sonrisa enorme me hacen seguir- Que suerte haber llamado al llegar- ; al fondo una ancianita sentada comiendo una sopa, me observa y de la nada, con esos ojos penetrantes, detiene su comida, se pone en pie, saca una fotografía de un bolso tejido y me la entrega; atónita la observo sin saber que decir, era ella, Andrea, a quien buscaba, pero ¿cómo?

-No te sorprendas, soy yo, con un aspecto diferente, pero sigo siendo yo.

Mi expresión fija no me permitía articular palabra alguna, el sudor y cansancio tampoco me deja pensar mucho.

— ¿Jovencita, está usted bien?

Trago saliva un poco, para calmar los nervios,

— Si claro, pero cómo, si usted no tiene más de 40 años de edad.

Bebiendo su sopa con sorbos fuertes me observa de nuevo, esa ligera sonrisa me daba pánico,

— Si estas dispuesta a escuchar, yo estaré dispuesta a contarte lo que quieres, pero eso sí, tal vez pienses estoy loca, pero la verdad poco me importa ya, no puedo morir, ni tampoco disfrutar de la belleza, no tengo nada o a nadie, solamente esta terrible historia de mi vida, es suya, se la regalo.

De un brinco, reacciono, no puedo perder la oportunidad, recordando que estoy llena de equipaje.

— Ehhh, ¡claro!, permítame busco un lugar para hospedarme y mañana muy temprano si no le molesta nos vemos aquí, pues tengo mi equipo en el fondo de la maleta.

— Perfecto –dejó la sopa y casi corriendo salió.

Siento helada la piel, su presencia me ha dejado una marca terrible, como un vampiro, succionando mi vitalidad y emoción, tal vez sea por eso me acaban de traer un vaso de agua de la nada, terrible me siento, pero debo instalarme cerca, quiero estar en todos sus espacios, sumergirme en su vida actual, en su ciudad para encontrar sus motivaciones, al mismo tiempo un frio recorre mi cuerpo; debo irme, el taxi me está esperando.

Al salir, Le he pedido al taxista me deje en un hostal que pasamos al principio que se veía muy lindo, mientras he me pillao’ dándole vueltas a la necesidad de haberle buscado, porque esa loca motivación de perseguir a una mujer tan enigmática, pero desconocida para mi, su vida no parecía normal, era de cuento de hadas, algo difícil de creer, tal vez amo tanto la realidad, negándome a una posibilidad de milagro o de fantasía, no existen santos o personas bendecidas con tantas cosas buenas, siempre hay algo de realidad maravillosa, bajándolos de esos pedestales de fantasía en que ponemos a famosos, familiares, maestros o amigos.

Quisiera conocer más de esta ciudad tan hermosa, pero la verdad es que el cambio de horario me tiene de los cojones, mejor descanso. El despertar en este Hostal es delicioso, todo muy bonito, grandes patios, colores vivos, que hermoso es, pero aterrizarme es importante, debo tener todo claro, así como llevar todo mi equipo, video grabadora, mi cámara de fotos, mochila con baterías, regulador de voltaje y mi libreta donde tomaré apuntes de las cosas más importantes, como sus gestos, expresiones comunes, todo, quiero entender la psiquis de esta mujer tan misteriosa y por cierto… tan anciana.

Estando de nuevo en aquella casa, ingreso con mi pesado equipo y ahí esta ella, cabello canoso, largo y de muchos meses sin lavar, un aspecto deplorable igual al del día anterior.

— Andrea, no sabe cuanto le agradezco me conceda la posibilidad de entrevistarla, ha sido un largo camino desde Barcelona hasta aquí, ero ha valido la pena, conocerla y saber su historia es muy importante para mi.

— Jovencita, esta usted segura…

— Porfavor llámeme Antonia.

— Antonia, tal vez no me creas nada de lo que te voy a contar, pero esta es mi vida, cargar con ella ha sido extremadamente difícil, sin contar las cosas por venir, pero me resigno a lo inmanejable.

Una sensación de escalofrío recorrió mi cuerpo mientras escuchaba su voz, como si no estuviéramos solas, aunque aquellos extranjeros se fueron de fin de semana a recolectar fruta a una finca por Jamundí, pero esa absurda sensación de presencia me tiene muy incómoda, pero debo seguir.

— Antonia, esta usted bien?

— Prosiga por favor, le escucho atenta.

— No se ve muy bien, podemos dejarlo otro día, mis amigos son personas muy solidarias y de gran corazón, no habrá problema

— En mi caso si, discúlpeme pero debo viajar pronto a casa, mi hijo me espera

— Tiene hijos?

— Uno solo, se llama Samuel, es un niño maravilloso.
Una sonrisa dibuja mi rostro al decir su nombre y me trae paz, casi como un mantra.

— Con quien se queda mientras persigue a una anciana ex bailarina, ex mujer, ex persona por el mundo.

La incomodidad regresa y ella me lo ha dicho sin expresar la más mínima emoción, como si fuese cierto lo dicho.

— Jajajaja se ha quedado con su padre. Pero continuemos por favor.

— Déjeme pensar por donde iniciar, mmmm

— Que le parece contarme sobre su niñez.

— Me parece, aunque la resumiré, es muy simple y sin motivación histriónica de la historia real detrás de mí, lo que creo esta buscando.

— Por favor.

Comentarios

  1. No soy crítica, ni lectora, pero me gusta... Ya quiero seguir leyendo esta historia...

    ResponderBorrar

Publicar un comentario

Entradas populares