EL TULIPÁN EN MEDIO DEL FANGO

Un amor imposible, uno posible, uno que no se quiso dar; otro que no se pudo perdonar, otro que no fue real, una primera pérdida; luego la agonía de la soledad, la evasión; otra pérdida, el dolor de no haber dicho un te quiero a tiempo, luego sigue el dolor de sentirse ignorado; otra pérdida, la despedida y decepción; una agonía con la actual imposibilidad de disfrutar de la vida. 

La soledad es mejor compañía, pues la traición y la mentira han envuelto un momento de dolor y ahora es liderado por uno más fuerte. Momentos en 4 tiempos sin darme tregua, para asimilar cada espacio, cada sensación; esperar, puede ser la mejor opción, pero las ganas de ser un zombie agobian cada instante en un verso doloroso, una tonada sin sentido, que gris es el ahora.

Sin embargo, espero ayudarte, liberarte del suplicio para hallar la paz a tu alma, también a la mía, seguir es cada vez más complejo, renunciar parece una posibilidad, pero la cobardía no es una palabra de mi argot personal; por el contrario, de mis palabras menos gustosas, huir suena tentador pero nunca fue más fuerte que mis ganas de demostrarme capacidad.

Ahora solamente puedo abandonarme a la existencia continua, a la búsqueda absurda de un motor, de una razón, así como quien debe recordar como escribir de nuevo; pero no hay nadie para enseñar a ver azul el cielo, y sentir calor con el sol, nadie ¿verdad?, pero siempre existe la posibilidad de fingir su sensación hasta recuperar la capacidad de reconocerlo.

Cuando pueda con esto, podré date luz, pues ahora soy oscuridad en un espacio muy grande y la fuerza restante esta encaminada en dártela a ti, en liberarte, en amarte y enviarte mi sueño, mis fuerzas para sentirme viva, para no sentir el ahogo constante al respirar, para recordarte como se recuerda un primer beso, con amor, con paz, en iluminación.

Viviendo en este lecho de sombras, me transformo en un ente, con ganas de dar, de entregar para no sufrir en la soledad de la incapacidad de volver a amar, de las ganas solo de dar luz y olvidar esa sensación del abrazo del amante enamorado, para recibirlo de la madre entregada, del padre anhelado, de la nostalgia de revivir un reencuentro con un estado mental más calmo; más pacífico, más hermoso, pues esto no le resta vitalidad y capacidad.

Ahora toca ser ese tulipán en medio del fango; de la luz en la neblina, del río en el desierto, para sanar, para olvidar, perdonar; encontrar una cura al desasosiego de la rutina, a un trabajo lleno de malas energías, para continuar a pesar de las heridas en batalla, a ponerse la máscara de la sonrisa y apropiación de ella hasta que esta sea muy natural y no volverle a usar; para creerse la magia de las flores y la belleza del fango, pues en algún momento se secará en tiempo prudente para escapar y volver a ver el jardín, el sol, el amor, la alegría y la caída de una cascada de momentos felices nuevamente.

Chely Maicena.

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